A veces la pobreza tropieza involuntariamente en tu conciencia. A menudo el espectro de la pobreza deviene elemento común del ecosistema de las grandes metrópolis. Gradualmente el devenir de las horas y el ocaso de la luz vomitan de forma cruda y lúgubre los residuos del fracaso de nuestro sistema. Durante el día, las grandes ágoras públicas, los templos automáticos del placer y los imperios de la banalidad atraen la sombra de su fracaso. Su fracaso nos desnuda la ambivalencia de nuestro éxito. Un éxito que se sustenta en la simplicidad de la dicotomía humana: blanco y negro, bien o mal, amor u odio, nacional u extranjero, hombre o mujer , rico o pobre… un espejo que alimenta la levedad de nuestro ego. Demasiado simple, demasiado fácil…
En unos momentos en que el sistema económico digiere y expulsa con violencia a sus anteriores siervos, no resulta baladí retener en la retina la imagen de la pobreza. Una pobreza apatrida, desprovista de resorte social, heredera de una cadena de errores, descalza y anémica ante los golpes del destino, en fin... pobreza al fin y al cabo.
Hoy la pobreza se me cruzo en mi camino. Un camino habitualmente impoluto y aún no inoculado por la pobreza. La pobreza no tenia nombre…de hecho resultaría mezquino poner nombre a la pobreza. Fácil…demasiado fácil. Rostro… rostro si, ciertamente tenía rostro, aunque la banalidad de mi éxito sólo permitió una fugaz y leve mirada a la pobreza. Ella o él, aunaban todo su esfuerzo en rebuscar en el contenedor de su particular dorado cualquier atisbo de alimento que cicatrizara su cuerpo durante un momento. ¿Su alma…? la persistencia y profundidad de un fracaso permanente desinhibe los últimos resortes de la vergüenza. Cuando se desgarra el útero de tu sociedad y tu propio futuro te expulsa a una sociedad desprovista del lenguaje del éxito, carente de la esperanza fútil de la banalidad automática y del calor de una mano amiga, el alpiste de la aceptación del resto de la tribu resulta innecesario.
Mi ciudad se llama Vic…mi tropiezo involuntario Rambla Josep Tarradellas… ¿mi pobre? ¿Tu pobre? ¿Nuestro pobre? Fácil…demasiado fácil. Piensa.
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